Los Cuentos de Encarnación | #138
CODO A CODO
Hoy al final de la tarde (ayer para la fecha de publicación de este cuento) venía apurada por llegar a casa porque se veía que iba a caer un palo de agua y había dejado el paraguas en la mañana.
Corro para poder montarme en el BusCaracas que venía abarrotado, pensando que después de mí nadie más va a poder subir. ¡Error! Se metieron como siete personas más desesperadas como yo por llegar a casa.
En el ínterin, me doy cuenta que no tengo nada de lo que aferrarme o sostenerme cuando arranque el Bus, de inmediato advierto a un señor que está a mi lado y que creo que puede sostenerme en caso de una posible caída:
- Señor, no tengo de dónde agarrarme, cualquier cosa me voy a apoyar en usted.
- No se preocupe señora, pase el brazo por aquí que ninguno de los dos se va a caer.
Entrelazamos con brazos (no les voy a negar que me dio un poquito de miedo) y emprendimos nuestro viaje codo a codo. El señor de verdad me sostuvo en cada frenazo y en medio de los empujones de la gente para bajar y subir.
Al llegar a su parada, se despidió con una sonrisa y deseándome una buena noche, a lo que respondí agradeciéndole y dándole mi bendición.
Y así, sin esperarlo, llegué a casa entre agradecimientos y bendiciones... y con mi sonrisa dibujada en el rostro.
Enviar por correo electrónico
Escribe un blog
Compartir con Twitter
Compartir con Facebook
Compartir en Pinterest
Leer más!