Martes | 05/08/2014


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RDN Vida - Nro.15



ESTRELLA FUGAZ

En la película "Jack", protagonizada por Robin Williams cuentan la historia de un niño que nació con un defecto congénito que le hace envejecer cuatro veces más rápido que los demás. No voy a contarles toda la película, pero de allí nació el título de este cuento. Bill Cosby, quien interpreta el tutor del niño, para explicarle el valor de su vida le dice que hay personas que son como estrellas fugaces: "pasan muy rápido, pero su esplendor se nos graba toda la vida. Son como un milagro" (parafraseo porque no encontré los diálogos).

Yo conocí una de esas estrellas fugaces, aunque mucha gente no vio en ella el mismo resplandor que yo... Les cuento.

Haciendo unas pasantías conocí a unas hermanas. La mayor de ellas trabajó conmigo los meses que estuve en esa empresa y a la menor la conocí un día que se asomó por la oficina y de inmediato hicimos clic. Era una muchacha súper simpática y con una sonrisa magnética. Casualmente yo estaba de salida y en el camino al metro conversamos, nos dimos cuenta que teníamos intereses similares, intercambiamos números de teléfono y comenzamos a mantener contacto.

A los pocos días, todas las personas de la oficina (cual guacharacas chismosas) se agolparon alrededor mío, porque se dieron cuenta que estaba entablando amistad con la muchacha, preguntándome que si estaba loca; yo me extrañé y les pregunté qué tenía de malo y fue cuando me dijeron que la chica había sido drogadicta, que había entrado y salido de rehabilitación un par de veces pero que los esfuerzos de su hermana no tenían éxito y ella seguía cayendo una y otra vez... y evidentemente todos creían que yo iba a caer con ella en el vicio de las drogas y me pidieron que me alejara de ella.

¿Adivinen qué?... No lo hice.

Recuerdo que solíamos encontrarnos al final de la tarde e ir a la Plaza de los Museos, a la Galería de Arte Nacional, a leer poesía, libros de todo tipo... y a conversar mucho. Me dediqué a conocer a esta muchacha. Descubrí que amaba las letras como yo, que había tenido una infancia muy difícil y que amaba profundamente a su hermana, porque le había salvado la vida, a pesar que ella la seguía poniendo en riesgo con su adicción. También me confesó que sufría leucemia.

En el tiempo que compartí con ella, se cuidó mucho: comía sano, tomaba sus medicinas, leía mucho para distraerse... y sonreía con ese magnetismo que hoy recuerdo como si fuera ayer. Parece mentira, pero sus luchas me dieron mucho ánimo y emprendí con más ímpetu el camino que me llevaría a realizarme profesionalmente.

Supongo que fue ésa una de las razones por las que comenzamos a distanciarnos. Pronto perdí el contacto con ella... Algunos meses después recibí una llamada de "las guacharacas". La luz de la estrella se había extinguido, su adicción la había vencido.

Cuando fui a los funerales y volví a ver a su hermana, me agradeció porque yo le había hecho mucho bien a su hermanita. En ese momento no pude decirlo, pero con este cuento la que quiere agradecerle soy yo. Heidi fue una estrella fugaz en mi vida, dejó en mí luces de letras y fuerza para mis luchas que son imborrables.


Espero que lea esto y sonría, como yo, cuando pienso en mi estrella fugaz.

No dejen de compartirme sus historias... las espero en [email protected].

Esta columna sale de vacaciones hasta el 2 de septiembre.

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