RDN Destinos - Nro.41


OTRA VUELTICA EN EL HATILLO

Normalmente cuando llegamos a El Hatillo la gente ubica un puesto en el estacionamiento principal, que siempre está hasta las metras, o con muchísima suerte encuentra un espacio alrededor de la Plaza Bolívar.

El Hatillo está lleno de lugares fascinante para conocer y aunque son menos de diez calles populares, este pueblo precioso es una caja de pandora. La iglesia es muy linda, desde 1960 es Monumento Histórico Nacional. Es bien sencilla pero encantadora, se dedicó a Santa Rosalía ya que gracias a las plegarías que Baltasar de León (fundador de El Hatillo) le dedicó, una peste de viruela fue redimida. La Plaza Bolívar es muy sencilla, tiene pocos potes de basura pero los chamos la disfrutan al máximo. Tiene bancos y los jardines están verdes. Sin importar la hora podemos sentarnos relajados porque tiene excelente sombra y la brisa friíta es delirante.

Hoy los llevaré a comer italiano y helado. Yo invito.

Subiendo por la esquina donde está Betty Croquer, en la entrada de Samoa, está la Grappa Tattoria. Si se estacionan cerquita de la iglesia, Raúl les echará un cuento que los llevará a un lugar buenísimo para comer platos suculentos, a buenos precios y atención de primera. Dice que si no les gusta la comida o la atención él mismo paga la cuenta, hasta ahora no le debe nada a nadie y todos salen satisfechos. La Grappa Trattoria es el restautante. Creanme.

El menú es bastante variado, todo es delicioso pero con las ensaladas se lucen. Son extremadamente divinas. Los jugos los sirven en vasos grandotes y se siente la fruta hasta su última expresión.

Los postres son un lujo para la boca. Normalmente los restaurantes ponen en su menú mil dulces para cerrar, ellos publican los que tendrán ese fin de semana y la frescura de los sabores te llena la vida de alegría. De verdad, estos panas cocinan con gusto. El espacio es sumamente agradable, ponen música de café, tiene una terraza interna y las mesas de abajo, un TV para ver los partidos del mundial, colores y hojas blancas para los niños que se aburren. Mi hija Zoë gozó dibujando y comiéndose los colores de cera también.

De entrada pidan sopa del día, no los van a defraudar. Se los dice alguien que de sopa sabe lo que un astronauta de petróleo.

Después de una buena comilona en la Grappa Tattoria, paseen por las calles de El Hatillo,  es sabroso respirar ese frío de las casas bellas de esa parroquia. Cuando estén casi de salida, vayan a comerse un heladito artesanal en Gelato e Caffe,  son divinos. Los de frutas nacionales son exacticos al sabor original,  además de helados venden dulces y café. El lugar es mega cómodo y seguro.

Viajeros, hoy le dimos una vueltica a El Hatillo. Si saben de otros sitios me los recomiendan que allá estaré echando un ojo, me pueden escribir a: [email protected].

Recuerden dejar todo mejor de como lo encontraron, las guacamayas se lo van a agradecer.

Viaje bueno.

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Fallecimiento | 06JUN


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